jueves, 30 de mayo de 2013

Espléndida

  Me desperté un domingo por la mañana, bien pronto, con el sol que rozaba la almohada de mi cama. Me puse las zapatillas y fui a la cocina. Hacía un día espléndido y me sentía espléndida. Miré por la ventana de cortinas a topos que tanto me gustaba, aquella que mientras fregaba me ayudaba a rascar el quemado pegado a la olla de flores, aquella que me hacía más llevadero el aclarar de las dudas y el escurrir lo negativo. Tan sólo me hacía falta mirar por esa ventana y prenderme del mundo que a través de ella se ve. Un anciano pasar, un coche aparcar, un árbol bailar o un cielo cantar. Sólo me hacía falta mirar por la ventana, aquella espléndida ventana.

miércoles, 15 de mayo de 2013

En envoltorios de naturaleza

 Se desperezó orgullosa de lo que quedaba atrás y de lo que tocaba venir en adelante, sin bien saber qué le deparaba ese futuro siempre incierto, estiró sus brazos y sus alas lentamente empezaron a revolotear. Poco a poco fue despegando sus pies descalzos del trigo pisoteado en una tranquila y acogedora noche, y empezó a volar, de un lado a otro, con movimientos lentos pero precisos. Cuando estaba ya a un metro del suelo, aceleró su vuelo cual colibrí, de un lado a otro, parándose en cada extremo del recorrido unos instantes, lo justo para poder mirar aquí y allí. Era su pasatiempo matutino, observaba desde distintos ángulos el prado. Cercionándose de los crecimientos nocturnos aquí y allá, olorando flores, retirando las gotas del rocío de las hojas de los árboles más grandes y verdes, saludando a los pajaritos que a su vez empezaban también a desperezarse y sonriendo aquí y allá, allá y aquí. Llendo y viniendo. Así, despertaba y ascendía con el sol y la mañana. En envoltorios de naturaleza.

domingo, 12 de mayo de 2013

Fusión natural



Alzó la vista, con los pies en el suelo y los tacones apuntando bien alto, hacia un cielo emblanquecido por el frío de una mañana que ya había pasado hace rato. Nadie la observaba, pues no se sentía observada. Pero ella miraba fijamente hacia arriba, hacia el infinito. Su negro traje contrastaba con aquel blanco paisaje. El yin y el yan aparecían casi de forma natural en su fusión con el entorno. Ella sabía a qué había venido. Su rostro no palidecía, sus cejas, firmes, acompañaban esa entera y penetrante mirada que nadie pasaba por alto. Agarraba bien fuerte entre sus puños los tacones que con tanto porte paseó por el asfalto. Pero ya de nada servían en tierra mojada. Debajo de una higuera, olvidó todo protocolo, se despojó de toda enseñanza social y cultural e inició la conexión verdadera. Uniendo pies a tierra y cabeza a cielo, comenzó el ritual del presente. Por equilibrio, una linea que la unía a través de su columna vertebral al mundo, y por fuerza, todo lo aprendido a lo largo de la vida. Comenzó a dejarse llevar, comenzó a caminar con las manos y a coger todo con sus pies.Comenzaron las ramas a bailarle y el tronco a susurrarle los pasos que tenía que seguir para contuniar en compás y armonía con la naturaleza. Sonando estaba pues, la melodía de la impermanencia.

martes, 7 de mayo de 2013

Entre las olas


Resurgió de lo más profundo, devolvió a su cuerpo el tacto del aire después de meses en las profundidades de las aguas mediterraneas. Resurgió de entre olas como resurge el sonido del viento cuando corre entre enzinares. Abriendo los brazos al mundo y al son del oleaje, creó un camino de fuerza hasta la orilla de comienzos absolutos, austeros y sencillamente inolvidables. Del nadar al caminar, de la nada al todo pasó. Un instante, sólo un instante.