domingo, 12 de mayo de 2013

Fusión natural



Alzó la vista, con los pies en el suelo y los tacones apuntando bien alto, hacia un cielo emblanquecido por el frío de una mañana que ya había pasado hace rato. Nadie la observaba, pues no se sentía observada. Pero ella miraba fijamente hacia arriba, hacia el infinito. Su negro traje contrastaba con aquel blanco paisaje. El yin y el yan aparecían casi de forma natural en su fusión con el entorno. Ella sabía a qué había venido. Su rostro no palidecía, sus cejas, firmes, acompañaban esa entera y penetrante mirada que nadie pasaba por alto. Agarraba bien fuerte entre sus puños los tacones que con tanto porte paseó por el asfalto. Pero ya de nada servían en tierra mojada. Debajo de una higuera, olvidó todo protocolo, se despojó de toda enseñanza social y cultural e inició la conexión verdadera. Uniendo pies a tierra y cabeza a cielo, comenzó el ritual del presente. Por equilibrio, una linea que la unía a través de su columna vertebral al mundo, y por fuerza, todo lo aprendido a lo largo de la vida. Comenzó a dejarse llevar, comenzó a caminar con las manos y a coger todo con sus pies.Comenzaron las ramas a bailarle y el tronco a susurrarle los pasos que tenía que seguir para contuniar en compás y armonía con la naturaleza. Sonando estaba pues, la melodía de la impermanencia.

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