miércoles, 20 de agosto de 2008
Firme
Bajó las escaleras agarrando la mano a su única compañía: su silueta; ya doblada por tantas tardes de desamores, ya desquiziada por el peso de tantos dolores. Pero en cambio él seguía firme. Bajando pero firme. Nada podía parar su fuerza. Andaba, incluso corría, y en los momentos de flaqueza iba a las escaleras del metro para acostumbrarse a esos niveles de profundidad sin parar de avanzar. Arriba, abajo. Pero firme. Siempre firme. Y adelante
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